El primer vuelo, Madrid – Santa Cruz, duró alrededor de 12 horas que pasamos, unas durmiendo prácticamente la totalidad y otros no tanto. Una odisea que no estuvo exenta de pequeños percances logísticos, como que por motivos meteorológicos el aterrizaje no se efectuó en Santa Cruz si no en el aeropuerto más cercano, en la localidad de Cochabamba.

Nos dio tiempo además entre tanta hora de espera a conocer a una jubilada francesa residente en París que había decidido vender todas sus posesiones y abrir un nuevo capítulo de su vida en Bolivia. Tiempo atrás había realizado un voluntariado en Cochabamba y había quedado totalmente enamorada de sus gentes y su forma de vivir. Le acompañaban apenas dos maletas en las que decía, había metido toda su vida.

Curiosa también una mujer boliviana a la que nos encontramos en la cinta de recogida de equipajes cargando ella sola y con su apenas metro y medio de estatura hasta 12 bultos (algunos de tamaños considerables que incluso Mónica y Javi las pasaron canutas para colocárselos en el carrito). Nos contó que tras 12 años viviendo en Madrid regresaba para siempre a su país.

Al llegar a Cochabamba solucionamos en seguida el cambio de los nuevos billetes. Este segundo vuelo duró apenas 30 minutos y las vistas de las que pudimos disfrutar de la orografía boliviana fueron maravillosas.

Finalmente llegamos sobre las 11 am hora local al pequeño aeropuerto de Sucre donde nos estaban esperando con un cartel de ‘Atresmedia’, Miguel e Ivar, dos compañeros del CEMSE un organismo educativo de Bolivia y nexo sobre terreno de Ayuda en Acción.

Divididos en dos coches nos condujeron del aeropuerto a Sucre por una carretera escarpada donde destacaba la presencia en los arcenes de muchos perros abandonados. Además, en un momento del trayecto pasamos un control policial con motivo de, según nos contaron Miguel e Ivar, asegurarse que los conductores tienen licencias de conducción en regla debido a la alta tasa de infracción de delitos de este tipo que se producen en Bolivia.

El resto del día, acompañados de una mezcla entre jetlaj y posibles efectos del mal de altura, lo dedicamos a adquirir tarjetas de telefonía local para poder comunicarnos, comprar algunos enseres y dar una vuelta por un mercado de alimentos y ropa cercano a donde nos alojamos.

Con la llegada de la noche pudimos descansar y recuperar las horas de sueño perdidas. Además de comprobar que eso de que en Sucre las temperaturas bajan drásticamente de madrugada no es ninguna broma.

Hoy nos hemos reunido mañana y tarde con Miguel, Ivar y algunos más de los compañeros del CEMSE y hemos estado definiendo tanto el contenido concreto como las herramientas y el rol de cada uno en los talleres en los que vamos a participar durante nuestra estancia aquí. Hemos diseñado junto con los coordinadores las dinámicas para cada una de las unidades educativas en las que están trabajando así como hemos adquirido posteriormente todos los materiales que necesitamos para ello.

Por la tarde-noche, para integrarnos por completo en la cultura chuquisaqueña, hemos asistido al partido de fútbol que ha enfrentado al Universitario de Sucre contra el Bolívar en el Estadio Olímpico Patria. Nosotros íbamos con ‘la U’ (como llaman al Universitario de Sucre) claro está, por aquello de honrar a nuestra ciudad adoptiva, pero la victoria se la ha llevado finalmente el Bolívar.

Y hasta aquí por hoy. Mañana nos espera un gran día pues visitaremos los diferentes grupos escolares con los que vamos a trabajar en diferentes pueblos cercanos a Sucre. Seguiremos informando.

*esta entrada ha sido escrita a las 22:00 hora boliviana del miércoles 8 de agosto